La potencia de la igualdad

La desigualdad es uno de los múltiples pies de barro sobre los que avanzamos, que nos resta y nos limita...

El ser humano es excepcional. Único para lo bueno y para lo malo. Es una máquina biológica total de transformar su entorno, persiguiendo la mejora de sus condiciones de vida y de su supervivencia. Hace tiempo que dejó atrás la competencia con otras especies y ahora se limita a mantener alejadas a las que no les interesa. Del resto se aprovecha.

Nos maravillamos por todo lo que nos rodea, nos sentimos privilegiados y especiales de ser humanos. Hasta tal punto, que creemos disfrutar de una posición de superioridad sobre el resto de los seres vivos y actuamos como si nos pertenecieran.

 

Y el ser humano avanza. Eso es indiscutible. Desde ese liderazgo autoimpuesto sobre nuestro ecosistema. Pero, ¿avanzamos en la dirección correcta? Claramente no. Nos tomamos la vida como una competencia continua, donde creemos que hay seres de diferente categoría y valor. Error grave. Sin embargo, es aún peor de lo que creemos. Esa clasificación en función de una supuesta valía, también nos la aplicamos a nosotros mismos y a nuestros congéneres. Nos duela o nos moleste, tenemos que reconocer que el valor del hombre, el de la mujer o el de una persona con distintas capacidades no es el mismo dependiendo de la sociedad en la que viva.

La desigualdad es uno de los múltiples pies de barro sobre los que avanzamos, que nos resta y nos limita tremendamente. Parece sorprendente como, un reto aparentemente sencillo, no ha podido ser resuelto. ¿Cómo es posible que en la mayoría de las sociedades se siga colocando a individuos en un peldaño por debajo de otros?

Una sociedad igualitaria, en el actual nivel de progreso y tecnología, ofrece muchas ventajas al ser humano, por ejemplo:

-   Igualar a todos los individuos en el desarrollo de la ciencia aumentaría exponencialmente la velocidad de avance de nuestra tecnología, bienestar y salud. ¿Qué ser humano no querría vivir más?, ¿Tener una mejor salud?

-   Igualar a todas las personas en el mercado laboral aumentaría el número de horas productivas de una economía, la haría más competitiva y por lo tanto el PIB del país mejoraría. En otras palabras, generaríamos más riqueza para las mismas personas que somos ahora. Y, ¿a quien no le gustaría ser más rico? ¿tener mejores servicios sociales? O incluso ¿a quien no le gustaría trabajar menos sin disminuir su calidad de vida?

-   Ofrecer las mismas oportunidades a cualquier persona para que acceda a puestos directivos impactaría directamente en los modelos de liderazgo autoritarios y jerárquicos tradicionales. Se crearían nuevos modelos de dirección y gestión, seguro que más descentralizados, confianza en el trabajo en equipo y con gran visión a largo plazo (justamente lo que necesita la innovación).

"Una sociedad igualitaria, en el actual nivel de progreso y tecnología, ofrece muchas ventajas al ser humano"

"Igualdad no significa renunciar a la diversidad, significa que cualquier persona debe tener el derecho a ser feliz, sea cuales sean sus capacidades y género."

 

Solo es una muestra de los beneficios para nuestras sociedades y para el avance de estas que podríamos conseguir, si todos nos consideráramos iguales. Igualdad no significa renunciar a la diversidad, significa que cualquier persona debe tener el derecho a ser feliz, sea cuales sean sus capacidades y género. Toda persona puede aportar y debe hacerlo como más feliz sea. Y nadie tiene la potestad de prohibirlo, sino la obligación de permitirlo y contribuir.

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