Editado por The Flash CO

"Es la hora de dejar de escuchar"

Parece que no son buenos tiempos para la esperanza y existe mucho ruido que perjudica nuestra capacidad de atención a lo verdaderamente importante...

Parece que no son buenos tiempos para la esperanza y existe mucho ruido que perjudica nuestra capacidad de atención a lo verdaderamente importante. ¿Es esto cierto? Depende. Es evidente que estamos ante un cambio de modelo: los recursos naturales se agotan, la riqueza se concentra, el poder se descentraliza y cada vez es más difícil ejercerlo dentro de unas fronteras físicas y todo esto provoca que las personas y las estructuras de poder tengan miedo. Y ese mismo miedo se utiliza como arma arrojadiza para evitar que todo cambie. Pero, el cambio es inevitable y se llama progreso.

El miedo paraliza y en los extremos provocan reacciones irracionales como las guerras. Ucrania es el ejemplo. Es la muestra palpable y desgarradora de la resistencia a un cambio de status quo global. Esperemos que sea la última y nos demos cuenta de que ese no es el camino. Aunque mientras lo recorremos obcecados en el juego de suma cero de la guerra y la protección del “interés general” (en muchas ocasiones sinónimo de “miedo general”), olvidamos que la esperanza y la atención plena son dos de las mejores capacidades que tenemos los seres humanos para progresar y crear un mundo mejor.

"...Olvidamos que la esperanza y atención plena son dos de las mejores capacidades que tenemos los seres humanos para progresar y crear un mundo mejor."

La esperanza nos permite visualizar el futuro, no uno cualquiera, sino uno mejor donde nosotros y nuestros seres queridos somos felices. La atención plena nos permite recorrer el camino hacia ese futuro mejor con todas nuestras fuerzas y sin piloto automático. Nuestro grado de optimismo depende de ambos. Si consigues acercar tu futuro a tu momento presente, aumentará la esperanza de conseguir nuevas metas. Y así sucesivamente. 

El miedo soslaya nuestra esperanza y la desinformación sensacionalista cercena nuestra capacidad de atención. De la misma forma que tenemos derecho a una información veraz e independiente, deberíamos tener derecho a no ser informados o al menos, a no ser informados de una manera irresponsable, manipulada y basada en criterios de audiencia e impacto mediático. Miedo y sensacionalismo son las principales armas que un cierto sector del periodismo ciego y dependiente de terceros utiliza para existir y justificarse desde el “interés general”. Por esta razón, ha llegado la hora de dejar de escuchar.

"El miedo soslaya nuestra esperanza y la desinformación sensacionalista cercena nuestra capacidad de atención."

No se trata de una propuesta antisistema, todo lo contrario. Dejar de escuchar nos va a permitir reparar nuestra capacidad de crear un futuro mejor desde el presente, porque el miedo no nos atenazará, lo sustituiremos por una esperanza que nazca de la prudencia y de la ilusión. Dejar de escuchar nos permitirá dedicar nuestro tiempo, que es único y finito, a vivir con atención plena en el progreso continuo. No necesitamos opiniones infundadas, toscas manipulaciones de la realidad y gritos de “viene el lobo”. Trabajando desde la esperanza y con atención plena en ser mejores, la mayoría de las desgracias que pregonan esos agoreros, simplemente no se cumplirán.

Este tercer post de nuestra publicación CO no pretende ser un manifiesto ideológico, más bien transmitir una realidad. Debemos aceptar de manera individual que cada uno de nosotros podemos influir y ser influidos. De como lo hagamos, depende el futuro de todos. Los tiempos de cambio, son momentos para combatir nuestros miedos y para mejorar. Por eso, ante todo debemos ejercer nuestra responsabilidad desde la esperanza y haciendo caso omiso al ruido mediático. Nuestra opinión debe surgir desde el sentido común alimentado por la atención plena en nuestro día a día. Trabajar por el bien común, mejorará nuestro entorno inmediato evitando que aparezcan liderazgos débiles y miedosos.

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